Cómo elegir entre cientos, si no es que miles, las pinturas que representen con justicia la obra retrospectiva de una artista. Su quehacer más íntimo. Un diario escrito con flores, alas, grietas y cicatrices: el testimonio gráfico del corazón. Cuka nació con una tarea impostergable: embellecer el espacio, ennoblecer el oficio. Más que etapas artísticas, su trabajo se divide en reinvenciones temáticas y formales. Esta que soy, es Cuka a través de las décadas.
En los cuadros de Cuka hay placer y dolor, paz y desolación, luz y oscuridad, erotismo y contrición. Pero más que dualidades, se trata de disonancias. Inconformidad compuesta. Tensión estética. Su pintura respira, palpita, erupciona, está llena de vida, pues en ella renace continuamente el asombro.
La exploración inicial se compone de flores, naturalezas muertas y plantas que arden en una visión flamígera; el espacio entre los objetos cobra impulso, fuerza, protagonismo; más que unirlos, pareciera poseerlos. El resultado es una batalla en la que triunfa el afán de embellecer.
En su mundo de ángeles, la iluminación no es pasiva, sino explosiva. Como si un sol interior se detonara. Como si los aludidos cumplieran una condena divina durante un instante eterno. Las espaldas de sus figuras ovilladas, rendidas, se agrietan igual que un capullo y emergen las alas: son ángeles recién caídos, desdichados, desengañados, expulsados del amor, donde escurre el llanto polícromo de Cuka.
Durante años, la artista y maestra estudia la figura humana: pinta cuerpos desnudos decorados por las reverberaciones de sus almas: la placidez de no hacer nada, las asignaturas pendientes, la expiación, el placer de ser devorado por la luz, el orgasmo, la pérdida, el éxodo de la divinidad, el viaje suicida hacia el bolso materno.
En estos cuadros sopla un aire apocalíptico. Se amplía la técnica al incluir palabras navajeadas, etiquetas grafitadas, insectos casi trasparentes que parecen huir. Estamos ante una serie de composiciones deslumbrantes por su elocuencia plástica.
Su búsqueda más reciente, lo que a simple vista parecería arte abstracto, es en realidad paisajismo interior. Aquí los contornos se funden con las capas de colores; la espátula esparce los valles y se irriga la pluviosidad de los sentidos y los sentires. Cuka reorganiza los recursos que conforman su talento y mira con las manos, acaricia con los ojos, desbordando su imaginación caleidoscópica. Pinta como una experta y juega como una niña que sabe cantar en rojo, azul, dorado… El universo microscópico se agiganta en cada cuadro. Se advierten huellas fosilizadas, derrumbes que son encuentros, espacios abiertos en los que se grita libertad. Entre colisiones luminosas y oníricas, Cuka nos demuestra que somos la cáscara de un sueño eterno.
Los incontables cuadros de Cuka son ventanas abiertas (muy codiciadas) en muros de varios países, en nuestro continente y del otro lado del Atlántico. Les invito a ver Esta que soy y a dejarnos pintar por dentro y teñirnos de sus colores.
- Federico Traeger
Sitio Web: https://www.cukarivas.com
Contacto: anapaularivas@hotmail.com
Listado de obras: Descargar